El Opeño es uno de los sitios arqueológicos más representativos de los primeros pueblos asentados en Michoacán.
Se trata de un sitio ubicado en el actual municipio de Jacona, en el valle de Zamora.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia detalla que sus tumbas y ofrendas funerarias son las más antiguas de que se tiene noticia en el occidente mexicano.
Eran cámaras subterráneas cubiertas por bóvedas, excavadas en el subsuelo y a las que se tenía acceso por medio de escaleras.
Dentro de ellas se depositaba a los difuntos para después sellar la entrada con enormes piedras lajas, señala el Instituto.
El arqueólogo José Arturo Oliveros Morales refiere que la importancia de este complejo funerario en la arqueología mesoamericana radica en su antigüedad y en la amplia difusión de su estilo.
Señala que las tumbas de El Opeño han sido fechadas alrededor del siglo XVI a. C., por lo que anteceden el desarrollo de la cultura olmeca, que tuvo sus centros principales en la costa del golfo de México y floreció unos siglos más tarde.
Los descubrimientos de El Opeño fueron un hito que permitió poner en tela de juicio el carácter que se atribuía a los portadores de la cultura olmeca como los fundadores de Mesoamérica, según comenta el arqueólogo.
Refiere que el Opeño está constituido por un conjunto funerario que suele ser incluido en la tradición de las tumbas de tiro, que se difundió por gran parte del Occidente de Mesoamérica, sobre el territorio de lo que actualmente constituyen los estados de Jalisco, Colima, Nayarit y Michoacán.
De acuerdo con José Arturo Oliveros Morales, los entierros de El Opeño, como los del resto de las zonas donde se han encontrado materiales de la tradición de las tumbas de tiro, se distinguen precisamente por su excepcionalidad en el marco de Mesoamérica.
Ningún otro pueblo mesoamericano construyó antes del florecimiento ni después del declive de esta tradición monumentos funerarios de este tipo, apunta.
Se trata de tumbas verticales, o casi verticales, que fueron excavadas en el tepetate o toba volcánica que forma parte del subsuelo de la región.
El acceso a las cámaras funerarias subterráneas se efectuaba de modos diversos, por ejemplo, en Nayarit, es común que las tumbas cuenten con tiros muy profundos, aunque en El Opeño contaron con escaleras.
En el complejo funerario de El Opeño han sido descubiertas doce tumbas, todas las cuales muestran indicios de planificación arquitectónica. Asimismo, el complejo en su totalidad está organizado en torno a un plan global, detalla José Arturo Oliveros Morales.
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