El Puerto de Lázaro Cárdenas, en Michoacán, mantiene un crecimiento sostenido pese a los aranceles de Estados Unidos, al consolidarse como un punto estratégico en el comercio automotriz, siderúrgico y logístico bajo el marco del T-MEC, además de fortalecer la vigilancia militar contra el tráfico de drogas.
Al amanecer, dos buques provenientes de Singapur y Hong Kong descargan mercancía en el Puerto de Lázaro Cárdenas, en la costa del Pacífico mexicano. Esta terminal, cuya superficie equivale a más de 3 mil canchas de fútbol, se mantiene como un nodo fundamental del comercio internacional, especialmente en el intercambio con Estados Unidos y Canadá bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
La terminal recibe y exporta miles de vehículos y millones de autopartes, pese al gravamen del 25% impuesto por el expresidente estadounidense Donald Trump a diversos productos, incluidos autos, acero y aluminio. Entre enero y marzo de 2025, el movimiento de contenedores en el puerto creció 11%, según cifras oficiales, en un contexto de creciente presión comercial.
El Puerto de Lázaro Cárdenas cuenta con conexión ferroviaria que permite trasladar contenedores hasta Chicago en tan sólo siete días. Esta infraestructura logística ha convertido a la terminal en un competidor del puerto de Long Beach, California, de acuerdo con autoridades locales.
Actualmente, se prevé una expansión de mil 100 hectáreas, lo que incrementaría su capacidad y reforzaría su papel en la cadena de suministro continental. Además, el puerto concentra el 35% del total nacional de carga de vehículos, siendo el principal punto de salida para unidades fabricadas en México por empresas como Ford, General Motors, Volkswagen, Audi y BMW.
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