Enclavada en los altos de la meseta purépecha, rodeada de árboles de encino, oyameles y pinos, la comunidad de Nurío, en el municipio de Paracho, Michoacán, hizo realidad un sueño: tener una sede de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJ), donde 270 jóvenes de 51 comunidades cercanas cursan actualmente la licenciatura en medicina integral y salud comunitaria.
Hogar de la iglesia de Santiago Apóstol, conocida como la Catedral del Arte Novohispano Purépecha, en restauración tras un devastador incendio, esta comunidad indígena, regida por usos y costumbres, luchó desde 2022 por contar con un espacio para que sus hijos pudieran continuar sus estudios.
Doña Josefina, cuyo hijo estudia en la sede de la UBBJ, por lo que fue integrante de la primera comisión de administración de dicha sede, narra la emoción y la alegría que sintieron sus poco más de 3 mil habitantes al saber que a partir de enero de 2023 se impartirían las primeras clases.
Los inicios fueron difíciles, recuerda el doctor Enrique Baltasar Valdés, uno de los docentes fundadores del plantel. “Se luchó mucho para hacer realidad esta escuela, pero todo el mérito se lo lleva la comunidad, que no perdió la esperanza de que se escuchara su demanda”.
Las clases comenzaron en la secundaria técnica 69, donde por las tardes se les permitía el uso de algunos salones, para atender a casi un centenar de jóvenes.
El proceso de construcción de la sede se llevó más de un año: hasta el 28 de noviembre de 2024 se inauguró. Construida con un sobrio diseño arquitectónico adaptado al clima de la región, cuenta con aulas, módulos sanitarios, laboratorio y auditorio, además de áreas verdes.
En sus salones, decenas de jóvenes expresan su determinación por llegar a ser médicos en sus comunidades. Frank Márquez, alumno de tercer semestre y hablante de la lengua purépecha, originario de Nurío, considera que la UBBJ es una buena oportunidad.
“Me gustó porque en las comunidades rurales la gente normalmente no tiene mucho acceso a la educación; deben trabajar desde jóvenes y ya cuando llegan a una edad adulta, tienen dolencias, pero no pueden ni siquiera entender el porqué les duele, el porqué se sienten mal, y entonces nada más la gente se muere, sin saber la causa.
“En mi familia, de 14 hermanos de mi abuela, sólo dos llegaron a viejos. En estas comunidades, la mentalidad muchas veces es que ‘así es la vida’, y no, no es así. Se puede tener mejor calidad de vida, vivir más y mejor. Por eso decidí estudiar para ser médico, porque quiero cuidar y educar a mi comunidad.”
Alondra, otra joven que se traslada desde el cercano Paracho, logró ya una de sus metas: estudiar para ser médica. Explica que intentó en varias ocasiones ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, “pero no lo logré, y entonces me enteré de la escuela de Nurío. Y hasta ahora no me ha decepcionado”.


You must be logged in to post a comment Login